jueves, 10 de noviembre de 2011

Frontera

Se congeló la sangre viva al cruzar la frontera

y se partió en mil pedazos sobre la tierra ajena.


Lejos de tus manos yace,

no moja mi carne vacía

ni enrojece mis mejillas cuando me miras y me causas vergüenza.


Ahí quedó:

insignificante,

muda,

torpe,

seca.

Sin nada que decir,

inválida,

a vista y paciencia.


Lejos de mí, mi sangre espera

que la recojas con tus pies,

que la beses

para que rompa la carnosa piel de tus labios y entre a tus propias venas.


Así viviré dentro de tu cansancio,

en tus días y en tus noches,

en tus dichas, en tus penas,

sin más distancias, sin reproches,

siempre y por siempre.


Y así probaré día con día mis besos en tu lengua,

sentiré mi tacto con tus dedos,

mi deseo en tus piernas

y nunca más me dejaré matar por el umbral

que ya no nos impedirá

ver con los mismos ojos la misma luna llena.


martes, 24 de mayo de 2011

Que entre...

Que entre, con furia, el ventolero

y que me peine el cabello estéril

con su húmeda mano de azúcar moreno

para recordar lo dulce que es el canto

del corazón que no duerme en enero.


Del norte viene, con aguacero de risas:

ya me mojo los labios,

ya me salta el pecho,

ya me hundo en su sabor a vino, a deseo.


Que pase,

que barra parejo

nostalgias,

soledades,

distancias,

miedos.


Que entre, con buena furia, el ventolero

y que se quede acurrucadito para siempre en mi cuello

para que me diga con sus párpados, a escondidas:

"¿ya te he dicho que te quiero?"

y para caminar por las noches desnuda de cuerpo,

pero vestida con aroma a tabaco,

a cuento de barro,

a encuentro.