jueves, 28 de agosto de 2008

Dulùitãmĩ: la mujer que se hizo mar

Cuentan los ancianos bribris que Dulùitãmĩ era una mujer muy hermosa, con una cabellera, siempre húmeda, que le llegaba a los pies. Dicen que cometió incesto con su hermano Bulùrnak y que quedó embarazada. Ella se enfermó, por lo que decidió visitar a un awá, un médico indígena, para que curara su mal. El awá cantó durante dos noches y le dijo a la mujer que ya podía regresar a su casa. Ella accedió, pero le pidió prestado un bastón sagrado para ir a su hogar y regresar a terminar el tratamiento. Aunque al principio no quería prestárselo, el awá le permitió llevarse un bastón, no sin antes advertirle que por ningún motivo debía dejarlo caer al suelo. En el camino, Dulùitãmĩ sintió ganas de orinar y dejó caer el bastón para ver qué pasaba. Cuando terminó, vio que el colorido bastón ya no estaba y cuando se puso a buscarlo una gran serpiente la mordió. Con mucho esfuerzo logró llegar a su casa, pero como estaba enferma y sola, murió sin dar a luz. Una vez que la mujer estaba en la tumba, dejaron dos ranitas sobre ella para que no se abriera. A los cuatro días las ranitas comenzaron a sentir hambre y pensaron que podían bajar un momento a buscar comida y después subir al cuerpo de nuevo. Cuando brincaron al suelo para atrapar algo para comer, la panza de Dulùitãmĩ reventó y salió un árbol que creció hasta el cielo. Los pájaros comenzaron a cortar ramitas con sus picos, pero el árbol seguía extendiéndose. Sibö̀ hizo que Alàbulu, el gigante que hizo las sabanas, lo derribara y, una vez hecho esto, mandó al venado, al gavilán tijereta y a la babosa que lo arrastraran alrededor del mundo. Cuando hicieron esto, Sibö̀ sopló cuatro veces y todo se convirtió en agua. Es por eso que el mar pasa por todo el mundo.