martes, 24 de mayo de 2011

Que entre...

Que entre, con furia, el ventolero

y que me peine el cabello estéril

con su húmeda mano de azúcar moreno

para recordar lo dulce que es el canto

del corazón que no duerme en enero.


Del norte viene, con aguacero de risas:

ya me mojo los labios,

ya me salta el pecho,

ya me hundo en su sabor a vino, a deseo.


Que pase,

que barra parejo

nostalgias,

soledades,

distancias,

miedos.


Que entre, con buena furia, el ventolero

y que se quede acurrucadito para siempre en mi cuello

para que me diga con sus párpados, a escondidas:

"¿ya te he dicho que te quiero?"

y para caminar por las noches desnuda de cuerpo,

pero vestida con aroma a tabaco,

a cuento de barro,

a encuentro.